
Por Federico
"yorugua florestero"
Amigo
Con ideas y convicciones, Sholem minimizó a McAbbi, le ganó por 2-0 y se ilusiona con la pelea de arriba. La Primera también tuvo una tarde saludable: igualó 0-0 y sumó el cuarto empate en fila. No se conforma y sabe que estos puntos valdrán oro cuando rompa el maleficio y vuelve a sonreír en el torneo.
Una montaña humana. Un festejo abrazador, contagioso, convincente, colectivo ¿Alguna otra con Ce? Sí. También, por qué no, un delirio cabeza. Atrás había quedado una buena acción gestada por la lucha del Chavo Fuks, la habilitación a Rulo Leito y la definición, con suspenso y de zurda, del cinco. Era el 2-0 de Sholem de Buenos Aires. Era otro triunfo de la Reserva. Era, ni más ni menos, que el golpe del año para los pibes (y los no tan pibes). Ante los ¨No somos negros¨ de McAbbi, el Tricolor sacó su potrero, metió garra, corazón y orden para construir una victoria memorable.
La edificó desde un primer tiempo perfecto. En esos 45 minutos, mostró cómo iba a jugar y pelear el partido. Y le bajó los humos al rival. Con firmeza en el fondo, marca pegadiza en el medio y movilidad en ataque, maniató a McAbbi y lo convirtió en en equipo de toqueteo intrascendente. Además, contó con un par de chances para irse al descanso en ventaja. Así, llevó el duelo al lugar que quiso y cocinó el triunfo a fuego lento.
Con la misma receta (paciencia para recuperar la bola y aceleración para atacar), el Trico subió la apuesta y creyó en la victoria. Invictus (¿terminará el año sin derrotas?) Pilanski confió en la jugada de laboratorio, Rulo Leónidas se sacó el overol y se vistió de goleador para aplicar el primer mazazo.
Pero Sholem no fue mezquino y fue por más. Jugó con la desesperación del rival y mantuvo la solidez para ampliar la ventaja. Leito pidió derecho de autor en la historia del equipo de Monte Grande y redactó el final conocido para que el Trico sea una fiesta. Disfrutó su tarde y la del referí Damajuana (¨No se sea celoso, para usted también hay una amarilla¨, fue una de sus tantas y ocurrentes frases para explicar una amonestación). El equipo de la dupla suma, sigue y ahora piensa en grande. Así somos. Los negros, lo´ grasa, lo´ cabecita. Los que vienen de abajo, remando con las ideas y los valores como nutrientes principales. Es que (dentro y fuera de la cancha) a veces las buenas convicciones triunfan. Al menos por un rato. Quizás sólo por 90 minutos. Tal vez por más. Quién sabe.

Messidona. Rulo Leo. Con el aporte esencial de Lorito Cofiman, se devoró el mediocampo, impuso su temperamento y ganó la batalla en una zona complicada. Y coronó su gran actuación la ropa de goleador. “Nunca había metido dos y menos con la zurda”, aseguró el player of the match, que ya pide la nueve.

Fussetti. McAbbi. Dentro de la cancha olvidaron el Fair Play cuando el duelo estaba en un momento caliente. Después de los 90, demostraron que en realidad tienen poca noción del juego limpio. No se bancaron perder… pero cayeron igual. “Los de arriba son gallinas, los podemos…”.

Adonai. El plantel. Una anécdota vale más que mil palabras (que el mono redactor, de todos modos, no pensaba escribir). “Los felicito. La verdad que nunca vimos chicos tan educados. Espero que sigan así ¡Vamos La Paternal!”, clamó una de las encargadas del restorán que ya sabía pelos y señales del Team) a Nicorreloco que la escuchó atentísimo hasta que se le fueron ojos, boca y manos con el Pollopan que se manducó.
Franquito. Fer Pojo-Tojo. Pegó una derecha mortífero al estomago de los poco pudientes. Con una ida y vuelta furibunda al buffet, compró varios gigantescos alfajores de maicena y, ante la mirada desesperada del público, lanzó la piedra. “Traje para todos… Todos los que pagaron”. Y se ganó el repudio popular. Y, claro está, el premio menos buscado. Pumita Santa, con sus marcadas intenciones de intimidar a la prensa, quedó un escalón más abajo.
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