Con un grito agónico de Pablito, Sholem rescató un punto con el 3-3 ante Barchota. Fue el único poroto de un domingo que, de todos modos, entregó una imagen para salir del pozo. La Primera, diezmada por las múltiples ausencias, cayó 4-1 sin atenuantes. Encima, Jota Juaco vio la roja y Franquito se lesionó. A no bajar los brazos, esto recién empieza.
Un zapatazo a la esperanza. Un grito y un festejo colectivo cuyo significado es mucho más que un gol, noventa minutos o un simple juego. Esta vez a Sholem de Buenos Aires le salió el tiro del final. Cuando todo parecía esquivo, cuando el reloj era el peor enemigo, cuando ya no quedaban reservas físicas. Entonces, apareció el temple, el amor propio y la enjundia para sellar el agónico 3-3 ante BarChota. A los borbollones, el Trico fue y encontró su premio para endulzar un domingo oscuro.
El mezquino árbitro había adicionado dos minutos. El 2-3 era un balde de agua congelada para un equipo que había hecho un buen primer tiempo y había pagado muy cara la siesta inicial del complemento. No faltaba nada. O, en realidad, quedaba mucho. Porque la bola viajó hasta el área, Taffarel dudó, dejó la redonda ahí cerquita y, después de varios rebotes, Pablo ¨Nunca Perdí¨ Pilanski clavó un remate certero y colocado que, con suspenso, infló la red para la paridad definitiva.
La agónica conquista encendió un festejo de abrazos compartidos, gritos y una larga corrida para fundirse en una imagen colectiva. Nada de individualismo, todo de todos. Desde el análisis racional, el punto tuvo sabor a poco. Daba la sensación de que el duelo pedía triunfo. Pero el Trico falló en los primeros minutos del segundo tiempo y, de buenas a primeras, se encontró 1-3 abajo.
Jairzinho Da Silva había descontado de cabeza después de una enorme apilada por izquierda de Juan Vaca, de gran actuación. Con el marcador adverso y el corazón herido, Sholem salió en busca de la heroica. Fabio -se solicita apodo a los IBM Boys- peinó un endiablado centro de Pila para decretar el 3-2 y engrandeció aún más la esperanza.
Pero los minutos pasaron. El elenco de la dupla dilapidó alguna que otra ocasión y el destino parecía sellado. Hasta que Pila -¿Energizer, Eveready, Duracell?- mostró el camino de la Reserva anímica. Con coraje y convicción, el Trico de Monte Grande sacó un empate de la galera. Ahora sólo es cuestión de ponerlo en perspectiva positiva para que el equipo en pleno -los treinta y pico de jugadores- recupere aquello que supo demostrar en el comienzo de 2010.
Messidona. Juan Vaca. Después del desgarrón, el purrete volvió con todo y cerró una gran actuación. Pidió todas las pelotas, sacó pecho cuando el duelo estaba perdido y asistió a Da Silva en uno de los gritos. Eso sí, dicen que se le piantó un lagrimón con la partida sudafricana del Chavo Fucks.
Fussetti. Aspirub. El DT movió la ficha, pasó a modo motivador e infló el ánimo de MARTÍNez Gullota. De poquito calentó motores, se metió en de lleno en la fuerte prédica y terminó con un consejo polémico. “Si sacás mal, qué importa. Meté presencia. Gritales a los defensores: ´Che, pelotudo, defendé´”.
Adonai. El flamante capitán. Jairzinho le dio varios mimos a la redonda –asegura que hizo dos caños (futbolísticos), una bicicleta y otros firuletes-. Además, siempre generó peligro por derecha y coronó un gran partido con un cabezazo a la red ¡Ruben Rada, Da Silva es uruguayo!
Franquito. Stephen Gerard. Jura y perjura que ni siquiera rozó al apodado Jack Sparrow made in BarChota. Sin embargo, un millar de testigos sostienen que su pierna izquierda se elevó unos 2,15 metros a la altura del pecho del susodicho atacante ¡Marche una pericia futbolera!
1 comentario:
Que lindo es salir en la cronica!!
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